Parece que los socios de la Fábrica Maravillas se hartaron de tomar Mahou Clásica y Cruzcampo en los bares madrileños. Decidieron hacer su propia cerveza.
Este espacio cervecero enamora igual que el barrio en el que está: Malasaña. Engancha igual que su cerveza. Conquista igual que su clientela. La primera vez que lo visitamos, tomamos una Malasaña Ale, sentados entre dos señoras americanas de pelo blanco, un chico joven con rastas y dos chicas que parecían del barrio de toda la vida. Todos con su cerveza en la mano, disfrutando del ambiente y de la calidad de la caña.
Pero, ¿qué es lo que hace verdaderamente especial a este local? Está claro que hay buen ambiente, su local es bonito, transmiten buen rollo y la zona es inmejorable. Todo eso está muy bien, pero… ¿Qué les hace diferentes?
Su cerveza. Cerveza artesanal, hecha a cinco metros de donde la estás tomando. Así de simple. Cerveza de excelente calidad, cuidada en todos sus aspectos y creada con una pasión que te contagia desde el momento en el que entras. Sus dueños te acompañarán a que recorras la micro fábrica y te explicarán, si lo deseas, todo el proceso de producción, desde el triturado de la malta, hasta el envasado para su última fermentación. Sus maestros cerveceros, te hablarán además de otro de los puntos fuertes de la fábrica: su respeto por el medio ambiente. Que el producto sea ecológico y material reciclable es una de sus premisas más importantes.
Los socios de la Fábrica Maravillas han sabido conectar con la gente del barrio (ayuda mucho que ellos mismos vivan en Malasaña) y además no se han subido a la parra con los precios. De momento, solamente puedes probar sus cinco tipos de cerveza en el local, aunque sean muchos los locales que les tiren los tejos para poder servirla. Si lo deseas, también puedes llevártela envasada.
Lo dicho. Igual que en otros casos nuestras propuestas pueden ser más arriesgadas y convencer a unos y a otros no, en esta ocasión os lo ponemos fácil: si te gusta la buena cerveza, visita la Fábrica Maravillas.